Nos gusta ver el espectáculo horrendo
desde el balcón que a salvo nos mantiene
y por envidia, al que méritos tiene,
colgado de las astas de un berrendo.
Nos gusta ver regado nuestro huerto
con las aguas robadas del vecino;
que se muera de sed no da un comino
y vemos el derecho en nuestro entuerto.
Nos gustaría ver la prodigiosa mente
cual vil gusano entre la baja escoria
revolcarse y pudrirse lentamente.
Que no se rompa el fluir de su memoria
y en tinieblas, sin rumbo consecuente,
se pierda en el camino de la gloria.
(*) Faustino Parriego, Santa Clara de Avedillo (Zamora), 1976
desde el balcón que a salvo nos mantiene
y por envidia, al que méritos tiene,
colgado de las astas de un berrendo.
Nos gusta ver regado nuestro huerto
con las aguas robadas del vecino;
que se muera de sed no da un comino
y vemos el derecho en nuestro entuerto.
Nos gustaría ver la prodigiosa mente
cual vil gusano entre la baja escoria
revolcarse y pudrirse lentamente.
Que no se rompa el fluir de su memoria
y en tinieblas, sin rumbo consecuente,
se pierda en el camino de la gloria.
(*) Faustino Parriego, Santa Clara de Avedillo (Zamora), 1976
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