Las cosas del campo sin duda van mal
pues el trigo no sube en proporción al pan.
Al campo con promesas se le enjuaga
y solo con el olvido se le paga.
Todos alardean de cordura
y dejan que se muera la agricultura.
Menos mal que, en remedio a nuestros males,
funcionando están las cajas rurales,
que pagan, al dos y medio el siniestro
y cobran, al cuatro por lo que es nuestro.
Del politicastro brilla la pericia
y España se hunde en la injusticia.
Aunque el empeñarse pueda ser funesto.
No importa si sube el presupuesto
que garantice los sueldos estelares
de políticos y cargos militares.
Hace poco un político cretino
preguntaba a un honrado campesino:
-¿Cómo evitar chantajes y extremismos?
-¿Qué cómo?: Empezando por ti mismo.
Pagas y sueldos de privilegiados
son vergüenza de los hombres honrados,
que ven en la inflacción y la patraña
envuelto el barco en que navega España.
(*) Faustino Parriego, Santa Clara de Avedillo (Zaamora), 1962
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