Dicho sea sin que a nadie asombre,
ni faltar a creencia ni respeto:
Dios hizo al mundo y puso en él al hombre,
pues sin el hombre no tendría objeto.
Lo modeló con barro y le dio vida,
un paraíso le dio de habitación
con vegetales de toda variación
y el ábol de la fruta prohibida.
Poco después le dio una compañera,
pues de una costilla que a Adán le sacó
una figura esbelta y bella modeló:
era Eva radiante, la mujer primera.
La serpiente en el árbol fue insidiosa
y seduciendo a Eva, incauta y pura,
la incitó a comer pues le asegura:
'si comes de esta fruta serás diosa'.
Y Eva comió la fruta prohibida
y de la misma hizo comer a Adán,
víctima presa de misterioso afán
cayó en la red de la serpiente astuta.
Viendo el Señor que hicieron caso omiso
al precepto por él encomendado,
mostrándose con ellos irritado,
los arrojó a los dos del Paraíso.
Y al hombre le dijo: 'El pan te ganarás
con el sudor de tu frente puro y sano.
Prepara en el invierno tu verano
pues de aquello que siembres cogerás.
'Para espiar la falta cometida
pues hollastéis el árbol de la ciencia,
igual vosotros que la descendencia
libres quedáis para buscar la vida.
Pensando de que modo se valdría
la humanidad, con el sustento en guerra,
ha bregado por mares y por tierra
procurándose el pan de cada día.
Siempre la brecha abierta en el destajo
el cuerpom cansó y agudizó la mente,
la humanidad será demente
si no halla mejor fruto a su trabajo.
Fueron pasando las generaciones
sin encontrar la fórmula precisa
de previsioón social, clara y concisa,
que diera forma a las instituciones.
No bastaba el sentido del ahorro,
hijo del sacrificio y del empeño,
pues resultaba siempre mu pequeño
si la desgracia les soltaba el chorro.
Por fin llegó el momento deseado,
ese ahorro metido en un SEGURO (sic)
nos puede dar por cada peseta un duro
de tal modo se va multiplicando.
Si eres padre, ¿no piensas de tal suerte
que un SEGURO DE VIDA (sic) a tu manera
a tu mujer e hijos defendiera
si la muerte llegara a sorprenderte?
Si eress hijo, ya te hablarán los hechos
de esas virtudes tan omnipotentes
y unos bienes legales y latentes
percibirás con todos los derechos.
Con el SEGURO (sic) siempre habrás ganado,
nuestra pendiente está de un hilo
y el hombre mas feliz y mas tranquilo
será el que diga: 'ESTOY ASEGURADO' (sic).
(*) Faustino Parriego: Santa Clara de Avedillo (Zamora), 1961
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