I
Con el respeto debido
a autoridad autorizada
permiso por todos pido
para correr endiablado.
¡Oh gallito fascinador
que rebosas tan contento!
llegas lleno de esplendor,
estás, veo, en tu elemento.
Diste la vuelta al molino
solo para ver que pasaba
encontraste a Marcelino
que, entretenido, leía,
pues sin duda esperaba
una novia que tenía
y, al parecer, no llegaba.
Dicen de ese jovenzuelo,
que ya frisa los cuarenta,
que le pusieron un anzuelo,
según por ahí se cuenta.
El pobre tiene una pena,
muy cargada de razón,
por tener buen corazón
no iba a pagar cuenta ajena.
Y si sigues calle abajo,
de defectos en pesquisa,
a ti te hicieron con prisa
y te está mal el trabajo.
Mas como eres insolente
y al trapío llaman trapío,
te embriagas con aguardiente
en el lagar de Serapio.
Como eres un mamarracho
dices mal de quien te abona
y todo se te perdona
por eso de estar borracho.
Dando traspiés, a la fuente
te llegas, y sin aviso,
nos hablas de un paraíso
qque descubres allí enfrente.
Denuestos y maldiciones,
pocos bienes, muchos males,
rugen como los leones
y no son mas que chacales.
Tu que fisgas y maldices
por truán y malhadado,
tocaste con las narices
de ovejas en el guisado.
Mas ya has sufrido un contraste
con las pieles, gran bribón,
pensaste hacer un zurrón,
pero no las encontraste.
Y en tu loco desatino,
entre muchas zarandajas,
sueñas con unas tinajas
rebosantes de buen vino.
Y por temor a empalmar
con un ambiente tan blando,
te trasladaste volando
a otro lado del lugar.
II
Y yendo por la calzada
dijiste a una vieja flor
que para su viejo amor
ya no hay recurso de alzada.
Y le dijiste también
que no aumente su amargura;
que si lo entendía bien...
aun podía tener cura.
Y bajas la calle abajo
y sin cosa mas notable
ves a Paco hecho un contable
y a Polo un novio tan majo.
A quien descubres, traidor,
que en su primera noche
no hizo viaje de amor.
¡Tan frío estaba el motor
que no funcionaba el coche!
Pero a su tía Fortuna...
el secreto que pidió:
(Cantando)
"Y en la noche de luna
el silencio rompió...
de su esposa moruna
y victoria cantó".
No supo, Polo inocente,
librarse de aquel engorro,
pues pudo pedir socorro,
allí cerca, a una serpiente.
Y aquí acaba tu jornada,
no quebrantes la memoria,
que otros seguirán la historia
que tu dejas empezada.
Allá tú con tu conciencia;
yo te juro por quien soy
que a por tu cabeza voy.
Ya habrás hecho penitencia.
(*) Poeta, bardo, vate o coplero: Faustino Parriego, Santa Clara de Avedillo, 1945
(1) Relación proporcionada por el profesor don Angel Parriego y su esposa María Jesús
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