Clientes, ¡qué malos tratos
dais a mesas y sillas!,
sabed que tengo escobillas
para limpiar los zapatos.
Cuando una silla ocupáis,
otra colocáis enfrente,
y, con aire indiferente,
los pies en ella posáis.
No creo necesitéis,
para un decanso ligero,
una para el posadero
y otra para vuestros pies.
Llenos de polvo o arcilla
suele venir el calzado,
y si no tenéis cuidado
que hecha un asco la silla.
Con un poquito de celo
todo marcharía mejor:
caballeros, por favor,
dejen los pies en el suelo.
(*) Faustino Parriego, Santa Clara Avedillo (Zamora) -sin fecha-
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